COMADRONA INDEPENDIENTE

opiniones sobre parto natural que puedan guiar a las mujeres

Thursday, October 07, 2010

INCREIBLE

Hablando de dones, parece que el don de la maternidad no queda bien, no tiene buena prensa y luce poco.
A la vuelta del ultimo viaje de esta primavera del Cameroun, después de hacer el informe para la ONG diseñadora del proyecto al que intente hacer frente –literalmente-, pensé que también por misma sería interesante escribir algo sobre la vertiente más emocional o/y vivencial de mi estancia en África, remití un esbozo simple a la misma ONG (contestaron que no tenían previsto publicar nada de sus cooperantes internacionales) y amplié otro el mismo escrito animándome bajo la sugerencia de una mujer que pertenece a la red CAPS.
La sorpresa después de estos meses de espera a ver que les parecía el escrito ha sido mayúscula, transcribo la contestación: “Hola guapa, Me sabe mal decírtelo pero la decisión sobre la publicación de artículos la hacemos por consenso, tenemos que estar de acuerdo las cuatro (no sé, gracias a Dios, quienes son las otras tres), y a mis compañeras no les acaba de convencer tu artículo (“convencer”, yo no era consciente de que eso debía de haber estado presente en la intencionalidad del texto) Les parece que se exalta la maternidad “exuberante” (supongo que el entrecomillado es por un adjetivo calificativo acorde con el texto, es decir con mi modo de expresión)de las africanas sin hacer referencias a la poca capacidad de decisión que tienen al respecto, por ejemplo. (Eso en el fondo se lo creen estas, pues las otras, las africanas deciden más cosas de las que parecen desde nuestra visión)Bueno, lo siento. Un abrazo”
A lo que conteste: “El articulo era para mi una aportación vivencial a la revista (MYS) desde un aspecto sanitario y de cooperación internacional y no una visión ideológica (no entendí que era implícita esa necesidad para su aprobación y publicación) Una pena, pero en cualquier caso es evidente que a una comadrona le sea más fácil conectar con esa exaltación pues me sigue pareciendo fascinante el milagro del nacimiento.”
Días después que me pongo a escribir estas líneas me sigue pareciendo increíble lo que puede llegar a suceder en nuestras latitudes. He decidido colgar el texto motivo de esta bitácora para el disfrute y crítica de quien le apetezca leerlo.

EL DON DE LA MATERNIDAD

En los últimos quince meses he estado en Africa subsahariana 3 veces como cooperante internacional sanitaria, soy comadrona. Han sido diversos proyectos de docencia y apoyo a la asistencia obstétrica. 2 veces en Ruli, Rwanda –Mayo y Nov 2009- (ONG Matres Mundi, sede Barcelona ) y una vez en Djunang, Cameroun –Mayo 2010- (ONG Fundación Recover, Hospitales para África, sede Madrid), durante varias semanas.
El primero un centro hospitalario con unas 25 camas para Maternidad y el segundo un centro que pretende convertirse en Hospital y está en plena remodelación que tan sólo dispone de 3 camas para la atención obstétrica.
A pesar de su aparente diferencia, uno en el Este, otro en el Oeste; uno consolidado, otro emergente; uno con varios profesionales para ese área específica encargados de la asistencia diurna y con un volumen de partos notable –media de 3 por día-, el otro con sólo un profesional de referencia para cubrir todo lo que acontecía en la asistencia del centro –media al mes 5 partos-. Las similitudes eran notables: una comadrona titulada por centro y en turno de mañana, no excesivamente implicada en la labor asistencial, sino más en la jerarquía y en el status sanitario; notable desidia traducida en no pensar en pasado mañana; escasa valoración de las medidas de higiene y asepsia; vicios asistenciales retomados de lo peor de la atención del primer mundo: posición ginecológica, pujo a inspiración bloqueada por comentar dos ejemplos; amén de tener ambos proyectos de ayuda internacional en su diseño, una importante carga de “irrealidad” con respecto a la reticencia de los profesionales de ambos centros, a incorporar cambios para la mejora de la asistencia materno-infantil de la población donde están emplazados –zonas pobres de montaña, de recursos agrícolas propios, con alta paridad: media 5 hijos por mujer y con una tasa de VHI de 12% -.

A pesar de todo, y por ello me he animado a escribir estas líneas, he podido contactar con esas mujeres y poder compartir su fuerza, su vitalidad y su entrega en la historia de su fertilidad exuberante. En muchas ocasiones cuando estás dispuesta a ofrecer una mano, el personal sanitario nativo se inhibe de actuar, por comodidad, para valorarte ellos a ti, por cierta economía energética y porque muchas veces aprenden por copia del modelo que ven -de tu propia actuación-; ello posibilita y obliga a que tomes un papel muy activo en la atención obstétrica, sobre todo si el encuentro se produce en una sala de partos con mujeres gestantes en trabajo de parto a punto de dar a luz. Es difícil no proporcionar ayuda si estás presente, en una manera de respirar más fisiológica, con el encuentro ajeno del dolor visceral del cuerpo femenino en movimiento autónomo, en la búsqueda de la posición más favorecedora para parir y en consecución de ciertas maniobras manuales menos iatrogénicas para atender a una mujer en trabajo de expulsivo.
Todo ello acaba repercutiendo profundamente en una misma, debes reflexionar las acciones que ejecutas; propiciar la compresión y el entusiasmo del que observa, testigo de tus iniciativas; atender al vínculo humano que has osado instaurar con una mujer de otra raza en situación aguda y con otros patrones culturales en un momento intenso de su vida femenina para la procreación de la especie; sentir lo que se moviliza en ti misma ante el honor de ser testimonio de la fuerza de la vida en un mundo tan distinto al propio y tan similar en el fondo.
Las mujeres africanas me han permitido y me han reclamado estar-seguir con ellas para compartir su condición biológica femenina evidenciándome la certeza de que para todas ellas la maternidad es un don celeste, concretizado en un nuevo ser humano que pasa a través de su cuerpo y sus vidas.
Mujeres que nos llevan a nosotras, ventaja pues siguen abiertas a la acogida, en letras mayúsculas, del otro –del potencial y novedoso recién nacido que llega al mundo- .
Ellas que no han sido presas de la locura de su omnipotencia –y os juro tienen una fuerza vital innata espectacular- y por ello han permanecido libres de unirse a su deseo corporal.
Mujeres que han perpetuado y sostienen redes femeninas –autenticas y gratuitas- de acompañamiento, presencia y apoyo constante en referencia a la maternidad, a sus peajes y a sus logros.
En ninguno de estos dos lugares les resulta a la gente fácil comunicarse, pues son poblaciones alejadas del mar y sus formas de relación son distantes; pero a pesar de su reservado modo de ser, en todas ellas, su mirada ha buscado directamente mis ojos, su silencio me ha ofrecido su agradecimiento, su capacidad de aceptar mis cuidados me ha enseñado lo que realmente era entregarse a dar, a darse.
He tenido suerte, no se me ha muerto ningún bebé, ni he visto a ninguna mujer fallecer como consecuencia de su intento maternal, aunque he podido escuchar los espeluznantes gritos ante un legrado sin analgesia. En estos tres viajes he podido ofrecer generosamente lo mejor de lo que sé como profesional, en cada uno de los encuentros que el destino ha propiciado (en Djunang hasta atendí 5 partos, en 15 días). Y sobre todo he cubierto en esos maravillosos y verdes parajes, un deseo profundo de gozar con lo que sé, a la edad que tengo y con todo lo que he aprendido en mi vida.
Por ello sé que volveré, e intentare como en este texto, seguir honrándolas como mujeres, madres y modelos de desafío femenino para la humanidad de este siglo XXI. 23 Junio

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